La Gramática de Antonio Nebrija dio entidad a la lengua de la Conquista y apareció en los albores del imperio español. Asimismo, la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos de Andrés Bello (1781-1865) sentó las leyes del castellano en América. Así se convirtió en un elemento de identidad que, en pleno siglo XIX, marcó distancias con la lengua hablada en la Península Ibérica. Lo primero que a cualquier lector le puede llamar la atención es la restricción voluntaria de público. Afirmada en la misma declaración del título: destinada al uso de los americanos. El autor la proclama y justifica también después en el prólogo: No tengo pretensión de escribir para los castellanos. Mis lecciones se dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispanoamérica. Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes. ¿Qué pudo mover a Bello esta limitación voluntaria de usuarios? Las respuestas por parte de varios estudiosos de la lengua han sido variadas: «El autor, modesto sobre manera, la consagró a sus hermanos de Hispanoamérica.» José Cuervo«Por impulso de modestia y más probablemente consejo de cautela.» Niceto Alcalá-Zamora«El recelo de una repulsa de los gramáticos peninsulares.» Amado Alonso«Pura ironía; una bien meditada ironía.» Ramón TrujilloSi profundizamos en la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos advertimos que sus destinatarios fueron sin distinciones y desde el principio todos los hispanohablantes. Así lo atestiguan muchas de las advertencias, recomendaciones y reprobaciones de uso dispersas por toda la obra.
© 2012 Linkgua (전자책 ): 9788498169492
출시일
전자책 : 2012년 9월 1일
La Gramática de Antonio Nebrija dio entidad a la lengua de la Conquista y apareció en los albores del imperio español. Asimismo, la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos de Andrés Bello (1781-1865) sentó las leyes del castellano en América. Así se convirtió en un elemento de identidad que, en pleno siglo XIX, marcó distancias con la lengua hablada en la Península Ibérica. Lo primero que a cualquier lector le puede llamar la atención es la restricción voluntaria de público. Afirmada en la misma declaración del título: destinada al uso de los americanos. El autor la proclama y justifica también después en el prólogo: No tengo pretensión de escribir para los castellanos. Mis lecciones se dirigen a mis hermanos, los habitantes de Hispanoamérica. Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes. ¿Qué pudo mover a Bello esta limitación voluntaria de usuarios? Las respuestas por parte de varios estudiosos de la lengua han sido variadas: «El autor, modesto sobre manera, la consagró a sus hermanos de Hispanoamérica.» José Cuervo«Por impulso de modestia y más probablemente consejo de cautela.» Niceto Alcalá-Zamora«El recelo de una repulsa de los gramáticos peninsulares.» Amado Alonso«Pura ironía; una bien meditada ironía.» Ramón TrujilloSi profundizamos en la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos advertimos que sus destinatarios fueron sin distinciones y desde el principio todos los hispanohablantes. Así lo atestiguan muchas de las advertencias, recomendaciones y reprobaciones de uso dispersas por toda la obra.
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