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No hace falta tener hijos para tener ética de madre, ética de respeto por la vida y comprensión del sufrimiento ajeno. Lo contrario a las buenas madres es lo que vieron en los informativos todos esos portadores de remos y plantas que celebraban el día dedicado a sus progenitoras: ver la desesperación de los gazatíes buscando comida, tratados como animales enjaulados a cielo abierto por el criminal estado de Israel que Feijóo, el otro día, volvió a decir que es una democracia.
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